La Lata de Bebidas cumple 85 años
Indice
La lata de bebidas cumple 85 años. Nueve décadas en las que este envase ha demostrado su permanente empeño por adaptarse a las cambiantes necesidades del consumidor. Ha afrontado múltiples innovaciones, algunas evidentes y otras casi imperceptibles, con la única finalidad de satisfacer a la sociedad a la que daba servicio. Sucesivas reducciones de peso, cambios de cierre, forma, tamaño y diseño han jalonado su evolución, consolidándolo como un envase seguro, resistente, ligero,moderno, competitivo, transportable y fácil de enfriar, así como un perfecto soporte para la imagen de marca. Por si fuera poco, su larga tradición de reciclado y su excelente desempeño medioambiental lo sitúan en un lugar de privilegio en la carrera por el futuro encarnando el mejor ejemplo de economía circular.
INFINITAMENTE RECICLABLE
Los metales son materiales permanentes, no pierden calidad cuando se reciclan. De hecho, el metal se recicla desde tiempos inmemoriales ya que el hombre descubrió muy pronto que para fabricar nuevos objetos metálicos era más provechoso fundir los
antiguos que extraerlo del mineral. Gracias al reciclado, el 75% del aluminio producido por la humanidad a lo largo de su historia sigue en uso.
Todas las latas de bebidas son infinitamente reciclables sin pérdida de calidad, independientemente de su color o diseño y además son fáciles de separar y reciclar con la infraestructura existente, sin requerir nuevas tecnologías ni costosas inversiones
adicionales. Su reciclado funciona y por ello es el envase más reciclado en el mundo. También en España donde gracias a municipios y consumidores se reciclan más de ocho de cada diez latas. Se separan fácilmente de otros residuos (con electroimanes o separadores de Foucault) y la estructura para ello está ampliamente implantada, tanto en flujos selectivos como en indiferenciados. Las latas pueden reciclarse y se reciclan de manera indefinida, para fabricar nuevas latas u otros productos metálicos. Reciclar una lata ahorra el 95% de la energía necesaria para crear una nueva. Es decir, con este ahorro de energía se puede mantener un televisor funcionando durante 3 horas.
Otro dato curioso, es que cuando depositas una lata de bebidas en el contenedor amarillo, tarda menos de 60 días en volver a tus manos, en forma de nueva lata u otro producto metálico.
UNA MARAVILLA TECNOLÓGICA
Pero más allá del reciclado, la lata es un ejemplo de minimización en el uso de materiales. Lejos quedan los más de 115 gramos de aquella primera lata. Hoy una lata de bebidas pesa alrededor de 13 gramos. Gracias a la innovación permanente, una lata de bebidas tiene un espesor inferior al de un cabello humano, pero puede soportar 90 kilos en su eje vertical y contener una presión interna mayor que la de un neumático de coche.
Según el reciente Análisis de Ciclo de Vida realizado por Metal Packaging Europe, en los últimos diez años, la lata ha reducido su huella de carbono en un impresionante 31%. Los principales factores que han hecho posible este progreso son las continuas mejoras en los procesos de fabricación del aluminio, la reducción en el peso de la lata y el aumento de su tasa de reciclado.
Es evidente que el extraordinario comportamiento ambiental de la lata está atrayendo el interés de marcas y consumidores, no sólo de los productos tradicionales envasados en ella, como las cervezas o los refrescos, sino de otros como el agua, el vino, la sidra, el vermut o la cerveza artesanal.
Su eficiente logística, sus excelentes características de barrera a la luz y el oxígeno, sus mínimas emisiones de CO2 y su alto índice de reciclado son solo algunos de los muchos motivos por los cuales cada vez más bebidas eligen este envase.
Juan Ramón Meléndez, director de la Asociación de Latas de Bebidas afirma “La Unión Europea define la Economía Circular como aquella que mantiene en uso los materiales durante el mayor tiempo posible, evitando las pérdidas y la generación de residuos y eso es lo que los envases metálicos y la lata de bebidas lleva décadas haciendo. Estamos orgullosos de que los principios rectores de la Economía Circular estén grabados en el ADN de la lata y no sean una potencialidad por desarrollar, sino una realidad contrastable”.