Packaging Slow, por Guillermo Dufranc




Packaging Slow, por Guillermo Dufranc

Escribí este artículo antes de la cuarentena. A pesar de que ahora no podría decir que estamos mejor, algo de eso hay. Cuando vuelvo a leer lo que escribí, me doy cuenta lo acelerado que es nuestro el ritmo de vida.

Estos días de confinamiento mundial nos están mostrando muchas cosas que tal vez ya sabíamos y nos habíamos olvidado o de las cuales nos hacíamos los distraídos.

Quise dejar el texto tal cual lo había redactado y compartir mis conclusiones al final del artículo.

Llega un mensaje de Whatsapp, falta uno para el fútbol de hoy a la noche. No llamé a mi mamá para avisarle donde hacemos la reunión. Nueva notificación; Fernando respondió el correo que le envié. Tengo que terminar de escribir este artículo pero no me puedo concentrar.

No seré Millennial, ni GenZ, ni Alfa, pero cada vez siento que me sucede lo que dicen que les pasa. El estilo de vida que tengo me lleva a estar pendiente de muchas cosas a la vez y a ser cada vez menos paciente con algunas.

Supongo que esto que me pasa a mí también te sucede en mayor o menor medida. Tanto acceso a la inmediatez hace que sólo la idea de esperar por algo, moleste. Te dicen que hay que respirar para calmarse. Sí, está permitido hacer una respiración profunda ahora y seguir leyendo.

Para cada problema hay una oportunidad

Muchos se dieron cuenta de que estamos pasados de revoluciones. Por eso ya se crearon Apps que sirven para relajarnos con el smartphone en la mano, y estresarnos nuevamente con las nuevas notificaciones que recibimos. Una de esas Apps hasta la pagué.

Para disfrutar de la serenidad también se crearon productos que prometen ayudarnos a lograr la tan “ansiada” (¡qué paradoja!) paz interior.

La promesa de felicidad que encierra el packaging se tiene que traducir mediante recursos visuales en su exterior. Así sabemos donde encontrar lo que estamos buscando.

Hay una marcada tendencia caracterizada por productos con un estilo de diseño visualmente relajado donde la simpleza es la clave para comunicar mucho con poco, y además diferenciarse de la competencia. Tiene un poco de minimalismo, o esencialismo, pero con otra mirada.

Los colores pasteles que podrían ser interpretados como sinónimo de sabor desabrido en los alimentos, en este caso son los encargados de comunicar una brisa de calma. En general, el fondo es un gran pleno de color donde se apoya una estructura gráfica austera en la cual reinan las composiciones centradas que representan el equilibrio.

La simetría ayuda a tener una interpretación rápida de los elementos, porque tampoco por buscar el relax vamos a dejar de comunicar lo necesario en el menor tiempo posible. Queremos relajarnos pero no perder el tiempo.

El tiempo siempre se invierte, no se pierde

Nunca me consideré ansioso, pero cada vez me siento más cerca de eso. Creo que esta cultura de lo inmediato es un arma de doble filo y por eso es necesario bajar un cambio y elegir conscientemente qué hacer y qué no hacer.

Cada uno decide consciente o inconscientemente cómo utilizar el tiempo dependiendo del grado de satisfacción que nos brinda aquello que hacemos mientras pasa el tiempo. Por eso me di cuenta que tenía que escribir cada vez más corto, redactar frases entre medio para atrapar al lector en menos tiempo. No sé si lo estaré logrando ahora, espero que sigas leyendo.

Para atraer a los consumidores en el proceso de compra también contamos con poco tiempo: segundos valiosos donde tenemos que comunicar la propuesta de valor. Y si lo que uno busca es tranquilidad, el uso de las tipografías ayudan a comunicarla.

El grosor de trazo constante refleja un sentido de tranquilidad incluso en las letras que simulan caligrafía. Las minúsculas ayudan a crear la sensación de estar hablando en voz baja. Como dijo el tipógrafo británico Jock Kinneir:

Se habla en minúsculas y se GRITA EN MAYÚSCULAS.

Hay un movimiento social que celebra la tranquilidad como medio de acción, no de procrastinación. Hacer sin apurarse, para calmar un ritmo de vida insostenible para la salud de las personas y para la capacidad del planeta.

Como todo lo que se necesita transmitir con eficacia se le encuentra una manera marketinera (en inglés) de nombrarlo, así nació lo que se conoce como el movimiento SLOW.

Es una filosofía de vida que prioriza el ser al tener, tomar conciencia y atención en cada una de nuestras acciones, saborear los instantes, la comida natural y recuperar los procesos artesanales.

Para eso también hay productos elaborados con ingredientes naturales, sin agregados como antítesis de la masividad industrial a la que veníamos acostumbrados. En este segmento se destacan las ilustraciones a mano o hechas con papeles de colores.

Muchas veces los procesos de diseño o impresión dejan de ser artesanales y se busca aparentarlo. ¿Marketing engañoso? Puede ser, pero si el producto dentro responde a los valores que simulan su exterior, esa es la manera de comunicarle al consumidor con qué idea se elaboró el contenido, no el envoltorio.

La prisa es enemiga de la perfección

De la mano de la conciencia nutricional y ambiental proliferan los productos basados en su origen vegetal, que necesitan diferenciarse claramente del resto de alimentos. El crecimiento del sector de bebidas vegetales es un ejemplo de un producto destinado a un micro-nicho que se está volviendo cada vez más masivo.

En este movimiento de diseño, la naturaleza no se representa a través de lo artesanal, sino más bien por una idea de simpleza y claridad visual, donde los recursos son mínimos y los fondos son planos sin texturas.

Si las cosas siguen como hasta ahora, cada vez nos enfrentaremos a más recordatorios, más notificaciones, y eso que todavía la gran mayoría de nosotros no necesita aún recordar cargar el auto eléctrico.

Con este panorama el PACKAGING SLOW será cada vez más necesario. Perdón, tengo que interrumpir este artículo porque necesito relajarme luego de la estresante tarea de escribir acerca de cómo las marcas prometen relajarte.

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Así terminaba lo que escribí cuando, evidentemente, estaba mucho más apurado que hoy, pero esa era la “normalidad” para mi. El confinamiento nos obligó a la fuerza a darnos un respiro tanto a nosotros como al planeta.

No importa que este momento sea una venganza de la naturaleza o una batalla bacteriológica que se nos fue de las manos. Lo importante es la oportunidad de tomar conciencia y de transformarnos.

Seguro todos vamos hacer más de un cambio en nuestras vidas y, sinceramente, espero que no vuelva a la “normalidad” anterior, sino a una mejor.

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